lunes, 10 de marzo de 2008

Ética en el uso de los recursos tecnológicos en línea.



Por Arturo Elías Ramírez.

Introducción

El reto de la educación a distancia en instituciones educativas de nivel superior debe ser el mismo que el reto de la educación presencial, a mi parecer: incrementar el nivel de calidad de la formación universitaria que se esta ofreciendo a los alumnos. En donde los profesores estructuran y facilitan la experiencia de aprendizaje, pero comparten el proceso con los estudiantes mediante una guía en el aprendizaje individual, llevando una planeación de actividades colectivas que lo refuercen, identificando los recursos tradicionales o innovadores que apoyen el aprendizaje, de manera que empleando la información que los alumnos han adquirido individualmente lo puedan explayar en sesiones multidireccionales con sus compañeros para robustecer la formación de estos nuevos conocimientos en cada alumno. Siempre teniendo muy presente que se busca enseñar valores por encima del contenido mismo de la materia, que representen para el alumno experiencias estéticas que se deriven de la misma praxis educativa.

Es claro entonces que aún en ambientes de educación a distancia el rol del profesor sigue siendo fundamental para un buen proceso de aprendizaje.

Necesidades de las instituciones

Antes de cualquier disertación acerca del desempeño de los profesores es necesario recordar que la educación se debe ver como un derecho universal de los seres humanos según Wiley (2006) citado por Caswell (2008):

“Creemos que todos los seres humanos están dotados con una capacidad de aprender, mejorar y progresar. La oportunidad educativa es el mecanismo por el cual se realizan estas capacidades. Por lo tanto, el acceso libre y abierto a una oportunidad educativa es un derecho humano.”

Entonces aunque aún contrario a lo que actualmente se puede implementar en la mayoría de las instituciones educativas, es indudable que el uso de las TIC’s han ocasionado un renacimiento del concepto de educación a distancia y en teoría la capacidad de poder llegar a un mayor número de personas. Pero es en este panorama donde realmente entra la disyuntiva de las instituciones educativas en cuanto a la reparación con la que cuentan en lo referente a recursos tecnológicos, educativos y humanos para poder afrontar un esquema educativo de este orden, siendo evidente que requieren de un fortalecimiento total en infraestructura para lograr un buen desempeño.

Aquí presentó una reflexión de lo que implica un profesorado preparado para lograr una praxis educativa a partir de una buena práctica docente.

Primeramente es necesario que las instituciones educativas se preocupen por la formación de sus profesores de tal forma que puedan responder a las nuevas necesidades de la praxis educativa, para ello busca definir un modelo pedagógico que incorpore TIC's, modificando el enfoque conductista tradicional, mediante una alfabetización tecnológica del docente con un enfoque pedagógico y emergente, de tal forma que se puedan redefinir los requerimientos y rasgos del perfil de los docentes debido a que las condiciones y la contextualización han cambiado y ahora se hace hincapié, según lo menciona Calzadilla (s.f) en:

• un interés de la sociedad centrado en la actuación docente
• una reorientación de la acción pedagógica hacia el desarrollo de las destrezas del pensamiento, el trabajo cooperativo y la interdisciplinariedad
• una mayor paridad y compartición de los alumnos y los profesores en el proceso de aprendizaje
• la necesidad de formación de profesores que les permita adecuarse a los cambios tradicionales en los ambientes de aprendizajes.

Es muy importante sin embargo que no toda la responsabilidad recaiga en las instituciones para estar preparadas, sino que también existe una gran corresponsabilidad por parte de los profesores en estar capacitados y afrontar lo más éticamente posible una educación que responda a las necesidades de globalización de las sociedades de la información, pero luchando siempre por mantener una identidad local.

Desempeño docente en la práctica educativa

Partiendo de la premisa de que tanto las instituciones educativas como sus profesores han adquirido conciencia de los compromisos y retos que involucran un desempeño ético en el proceso educativo y de que todos los seres humanos como entes sociales que somos estamos sujetos a valores sociales que los rigen y que influyen en las relaciones entre profesores y estudiantes se pueden lograr las siguientes reflexiones acerca de una práctica educativa docente desde un punto de vista ético.

Es muy claro que la labor “técnica” de un profesor es preparar a los alumnos en los temas de la disciplina que imparte, sin embargo una praxis educativa va a orientar a la práctica docente a que los conocimientos tradicionales se puedan contextualizar en situaciones reales y actuales para poder crear experiencias significativas que permitan al alumno adecuar los conocimientos a su vida de tal manera que le permitan desenvolverse como un ser humano moral en su entorno social. Lo anterior se logra mediante la guía y experiencia del profesor de tal forma que se motiva al estudiante a partir de su propia iniciativa a lograr romper con esquemas preestablecidos que le permitan ampliar sus expectativas y capacidades, presentándose con ello un sentido ético, político y estético en la práctica docente.

Conclusiones

El profesor como parte fundamental en los procesos educativos tiene la responsabilidad
moral de lograr que los alumnos (que son la parte central de dichos procesos) adquieran sus propios valores que les permitan afrontar la vida, más allá de los conocimientos inherentes a la materia que imparte, es decir lograr crear individuos reflexivos, críticos e independientes que sean capaces de provocar su crecimiento individual pero también mejoras en su entorno social a partir de la oportunidad educativa a la que se sometieron. Es por ello que el profesor debe estar éticamente comprometido mediante el uso creativo de todos los recursos didácticos y tecnológicos que tenga a su alcance, teniendo en cuenta la transversalidad de la ética y mediante una buena práctica docente a logra una praxis educativa que eduque a los alumnos para la vida.

Bibliografía

Calzadilla M. E., “De una educación a distancia a una educación sin distancias: ventajas y desventajas de la introducción de las tecnologías de información al contexto del IMPM”, http://bine.org.mx/padi/file.php/4/ponencias/adis/edicadisindis.html

Caswell T., Henson S., Jensen M., Wiley D., “ Open Educational Resources: Enabling universal education”, The International Review of Research in Open and Distance Learning, Vol 9, No 1 (2008), ISSN: 1492-3831

domingo, 9 de marzo de 2008

Reciclaje y Reciprocidad como Procesos de la Innovación


Por Juan Reyes Álvarez.
Alumno del Doctorado de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma Metropolitana.



La teoría de las redes empresariales ha permeado su literatura con afirmaciones que a la luz parecieran simplistas; como por ejemplo que la cooperación es un elemento básico para el desarrollo de las naciones, aunque la mayoría de las propuestas resultan ser afirmaciones al aire sin justificar cuáles son los mecanismos y condiciones por los cuales surge la cooperación entre empresas.

En este ensayo se proponen dos conceptos claves para la teoría de redes: reutilización de recursos (reciclaje) y colaboración mutua (reciprocidad), pero en cambio aquí se sustentan con la propuesta de John Holland (1996) y Robert Axelrod (1984 y 1997). Reciclaje y reciprocidad son dos conceptos que abordaré desde la perspectiva de los Sistemas Complejos Adaptables (SCA) y que pueden ayudar a conocer la problemática del atraso tecnológico de algunos países.


Reciclaje

El reciclaje es el aprovechamiento de recursos, mismos que han sido utilizados y pueden en su momento volver a ser utilizados para otra o la misma actividad. Por ejemplo, la chatarra puede ser reciclada para la fabricación de otros productos que necesiten acero. Holland (2004; 43) menciona que esto no resulta ser nuevo cuando se plasma en una red donde el efecto sobre la producción llega a ser sorprendente; lo ejemplifica con un bosque tropical:

“En un bosque tropical de régimen lluvioso es extremadamente pobre, debido a que los aguaceros tropicales lixian el suelo, lo cual da por resultado que los nutrientes sean drenados hacia los ríos. Por esta razón la agricultura ordinaria, la cual no recicla los desechos, prospera escasamente cuando ocupa áreas deforestadas. Por el contrario, el bosque virgen es rico tanto en especies como en número de individuos. Este estado de cosas depende casi enteramente de la capacidad del bosque para capturar y reciclar los recursos críticos”.

Dicho proceso crea diversidad porque permite usar eficientemente recursos, los recursos son atrapados o ahorrados en la red para actividades futuras que son base de la diversidad. Los recursos que no son reciclados en una red, son probablemente utilizados por otros agentes; aquella agua que no es retenida en el bosque deforestado va a los ríos, mismos que pueden dirigir el recurso a otros agentes.

“Aquellas sistemas y redes que aprovechan los recursos mediante el reciclaje son los que mas proliferan. Aquellos que no lo hacen pierden sus recursos a favor de otros que sí lo hacen. Esto es selección natural, escrita con mayúsculas” (Holland,. 2004; 45)

¿Y esto qué relación tiene con la innovación tecnológica?

Los conocimientos, sean tecnológicos o no, son recursos que pueden ser ocupados para n actividades, siempre y cuando los agentes tengan la capacidad de adherirlos a sus actividades. Pongamos el ejemplo de las patentes: cuando se realiza una invención con una latente aplicación industrial y se plasma en las patentes, el conocimiento desarrollado se hace público y está a disposición de ser usado por otros agentes.

Si esta invención, que llamaremos A, es desarrollada en una red de empresas, es muy probable que por la colaboración de las empresas que la conforman, dicha invención sirva como base para crear, además de aplicaciones, otras invenciones que serán aprovechadas por la red.

Si la invención es desarrollada por un agente solitario es muy probable que dicho recurso sea ocupado por otros agentes que tienen la capacidad de desarrollar aplicaciones y otras invenciones. El conocimiento es utilizado como un “spillover” a favor de otros agentes.

Observando los dos puntos anteriores, para reciclar el conocimiento no se necesita de la cooperación, por ejemplo, si tenemos que el conocimiento ha sido puesto en una patente y otros agentes pueden aplicarlo sin necesidad de una relación con el agente o agentes que la crearon de inicio, entonces la cooperación es un elemento no necesario para el reciclaje. Sin embargo es necesaria para producir un efecto multiplicador* en aplicaciones del conocimiento y en la creación de invenciones en un medio donde se lucha por los recursos, ya sea en sentido biológico, económico o social.

Aquí cabe hacer un paréntesis acerca del agente en el que pensamos (individuo o empresa), aunque basta decir que no es un agente con “racionalidad sustantiva” o con “racionalidad perfecta”. Podemos pensar que es un agente con racionalidad limitada, ecológica o adaptativa, ya que en la realidad lo es. La cooperación entonces permite dos cosas:

  • Ayuda a acelerar la creación de aplicaciones e invenciones tecnológicas ya sea con una agente que sólo actúe con base a sus experiencias (looking backward), o aproveche los recursos disponibles y haga uso de sus mapas mentales (looking forward).

  • Ayuda a los agentes a no perder recursos y crear conocimientos a favor de otros, mediante la reutilización de los mismos; a fin de cuentas se compite por los recursos que suelen ser escasos.

Reciprocidad

¿Cómo se forma la cooperación entre agentes que suelen tener diferencias y metas distintas? ¿Cómo se desarrolla la cooperación y cuáles son los elementos necesarios para sostenerla? Robert Axelrod (1984) se pregunta haciendo uso del dilema del prisionero, que consiste en que dos jugadores tienen la opción de cooperar o no hacerlo. Si quisiéramos aplicar dicho juego a la innovación, habría que convertir a nuestros jugadores en empresas; si ambas cooperan el resultado individual es favorable para ambas, tanto individualmente, como de forma global. Pero si uno de ellos coopera y el otro defrauda, o en otras palabras, si uno realiza un esfuerzo tecnológico al desarrollar una invención plasmada en una patente y el otro sólo espera para desarrollar la copia o aplicar la patente, entonces el resultado es que, al llevar el nuevo producto al mercado, sea mas benéfico para aquel que copió la tecnología y desfavorable para aquel que hizo un gasto y esfuerzo tecnológico inicial, o sea, para el que desarrolló la patente. Por otro lado, el hecho de que ninguno realice una invención o patente[1] los coloca en un estado de carestía al pagar una penalización, ya que seguramente habrá otros que si lo hagan y restrinjan su mercado.

Con los resultados de las puntuaciones algo es evidente, a saber, que el reciclaje de conocimientos -o su reutilización- no depende de la cooperación, pero incide como un incentivo de forma global. Si observamos el resultado, suele ser diferente a las teorías de innovador – imitador, en las que el innovador siempre tiene una ventaja sobre el imitador al momento de introducir la invención al mercado (innovar). Suponemos que habrá otros agentes que harán un ahorro en el desarrollo tecnológico (al no hacer un esfuerzo tecnológico) y que podrán copiar la innovación o invención y que por el mismo ahorro les permitirá invertirlo en estrategias de mercadeo, nuevas aplicaciones, etc., obteniendo una ventaja al imitar o no cooperar. Esto de alguna forma no es nada irreal en economías como las latinoamericanas donde suelen coexistir empresas con innovaciones esporádicas y empresas donde la rutina es la innovación y el absorber otras tecnologías es relativamente fácil.

Con estas observaciones se podría introducir el proceso de innovar al dilema del prisionero. El dilema puede ser qué tan beneficioso resulta hacer un esfuerzo tecnológico o si es mejor esperar para copiar sin tener que arriesgar con inversiones como la tecnología.

Regresando a la obra de Axelrod, al haber recibido información del primer torneo y saber qué estrategia ganó en el primer torneo, algunos agentes percibieron y aprendieron cosas distintas extrayendo por ejemplo dos lecciones (Axelrod, 1986; 55):

  1. “ser cumplidores e indulgentes”
  2. “si los demás van a ser cumplidores e indulgentes, puede resultar rentable tratar de aprovecharse de ellos”.

Para el segundo torneo, obviamente los que aprendieron la segunda lección se aprovecharan de los primeros,

  • Sin embargo esto no les sirvió de mucho al vérselas con aquellos que no se dejaban explotar y castigaban la no cooperación llevándolos a obtener puntuaciones bajas.

Axelrod (1984 y 1996) pone a prueba la estrategia ganadora mediante dos técnicas: ecológica y evolutiva. En la prueba ecológica cambia la distribución de las estrategias de los torneos y elimina aquellos que son menos eficientes, llegando a un ambiente muy cooperativo con estrategias parecidas a lo que hace toma y daca. Al hacer esta prueba Axelrod se pregunta: ¿qué estrategia podría invadir el ambiente y eliminar a toma y daca?

  • Sería una estrategia que siempre defraudará (no cooperar en todo momento), bajo la condición de que los jugadores tuvieran pocas expectativas a futuro de volverse a encontrar.

  • Por otro lado para que un grupo pequeño de no cooperadores poblara todo el ambiente se necesitaría que fuera un grupo bastante apiñado; que tuvieran relación entre ellos con bastante frecuencia, que las relaciones no fueran aleatorias entre los no cooperativos y claro que se cumpla el punto anterior.

La perspectiva evolutiva (hecha 12 años después mediante la herramienta de los algoritmos genéticos de John Holland), se basa en que las estrategias exitosas tienden a fusionarse (reproducción sexual), lo que dio como resultado un ambiente también bastante cooperativo.

Las afirmaciones presentadas en las tres viñetas anteriores nos llevan a bosquejar que la cooperación puede emerger de un ambiente en el que se castigue al no cooperador y que exista posibilidad de volverse a encontrar (que el futuro valga); para esto, en cierto sentido, se necesita de la formación de redes. En una red es fácil identificar a los no cooperadores, ya que se suele etiquetarlos debido a la repetida interacción; ésta ayuda a castigar y fomentar la reciprocidad.

Regresando a nuestro ejemplo de innovación, el resultado de la investigación es claro para esclarecer el problema acerca de la innovación: el de que fomentar las redes es un mecanismo que alienta la innovación. La reciprocidad, el castigo al que no coopera, el no fomentar estrategias no explotables, ayuda a ejercer la cooperación, ayuda a reciclar conocimientos y no solamente tecnológicos.

En un ambiente donde la población es invadida por puras estrategias no cooperativas, el resultado para el ambiente sería que se producirían menos invenciones, aplicaciones, etc., y posiblemente si consideramos un ambiente alterno existirían spillovers hacia fuera. Por ejemplo empresas extranjeras sumergidas en un proceso de innovación pueden fácilmente identificar nuevo conocimiento en el mercado y llegarlo a incorporar a sus empresas explotándolo y explorándolo.

Las empresas trasnacionales en México ejercen una especie de succión de recursos productivos, humanos y tecnológicos, que les suele costar poco ya que no invierten en ellos. Lo anterior sólo es posible con agentes que permiten la explotación. El gobierno muchas veces fomenta esto con su presencia subsidiaria y no castiga a aquellos que sólo explotan los recursos nacionales (el castigar no quiere decir multar, sino puede ser eliminar el subsidio o no cooperar). El fomento a las redes de cooperación entre empresas NACIONALES es una forma de reducir la explotación y fomentar el reciclaje de recursos internos estratégicos. Con lo anterior no se quiere decir que las redes tengan que ser totalmente endógenas, pero para poder asimilar los conocimientos externos se debe tener conexiones internas y fuertes. El nivel de exploración, explotación, endogenidad y exogenidad serán temas que abordaremos en el futuro.



* El efecto multiplicador se define como el paso de un recurso de nodo a nodo y dicho recurso se va transformando hasta obtener más recursos, como por ejemplo el multiplicador keynesiano: el efecto de una cantidad de dinero en una actividad industrial incide en otras actividades que dan rendimientos, devolviendo una cantidad mayor de dinero.

[1] Aunque en la realidad el hecho de patentar y de realizar una invención no son procesos iguales por ahora por comodidad lo consideramos de esa forma.

¿QUÉ VALORES EN EL AULA?

Por: Edna Rodríguez Salas.



Hay valores que el docente reproduce inconcientemente al relacionarse con los estudiantes (ya que los valores son, en un sentido real, los que llevamos a la práctica, estemos o no concientes de ellos) (esto porque normalmente al actuar no estamos pensando, paso por paso, lo que hacemos). Por ejemplo: Cuando en la práctica, el objetivo del profesor solamente es que los estudiantes aprendan los contenidos de una materia, de una manera u otra, los está domesticando, aunque nadie se dé cuenta del asunto. Su valor es el de domesticación de las personas. ¿Por qué? Porque basta con que el estudiante memorice el contenido para aprobar la materia, aunque pierda con eso el desarrollo de su capacidad crítica y reflexiva (es decir, pierde lo que tiene de humano). Por eso es importante recalcar el papel del profesor que está enseñando valores, lo sepa o no, por encima de cualquier contenido (o mejor dicho, no por encima, sino a través de él).

Otra experiencia es, para los estudiantes y para el propio profesor, cuando este último cumple con el currículo institucional creando además espacios de discusión y reflexión dentro del aula sobre los temas tratados. En este sentido, el profesor se reconoce de otra manera, es decir, como un profesor que toma la iniciativa de invitar a los estudiantes a reflexionar sobre el porqué, o para qué, les sirven los contenidos revisados. De una forma conciente, el profesor pretende que los estudiantes desarrollen los hábitos democráticos en el aula, como cuestionar, participar en grupo y comprender que los contenidos del currículo les son útiles para la vida, no para aprobar una materia. Esto a su vez significa un nuevo rol para el profesor: reconocer que él puede hacer significativo y actual un tema aparentemente carente de sentido para los estudiantes.

Podría decirse que la mejor manera de reproducir un valor democrático es crear el hábito de participación y discusión poniendo el conocimiento al servicio del hombre. Y sin duda el profesor, desde su propio campo, tiene en sus manos el contribuir en esos hábitos (en el aula física). ¿Esto significa que lo puede hacer también en ambientes en línea? Evidentemente sí. El imperativo entonces es el siguiente: hacer uso de los recursos tecnológicos con un fin educativo (y un fin educativo -se esté fuera o dentro de un aula- es hacer habituales los valores humanistas en las relaciones interpersonales, llámense relaciones entre profesores y alumnos, o en general, entre personas). Por eso, por muy fácil o complicado que les resulte a los profesores el manejo de la plataforma educativa -para crear un ambiente virtual didáctico y dinámicas de trabajo interactivas-, no se debe perder de vista el rol que tienen en sus manos para poner la tecnología al servicio de la educación.

Viejas costumbres

Por: Mónica Kreibohm


Dura lex sed lex

“Y vino el oficial

le allanaron el pecho

se instruyó sumario contra sus ojos

y encontrándolo hambriento de futuro

lo declararon culpable”.

Roberto Santoro, poeta argentino desaparecido




En un libro de Mark Twain aparece un concepto que raya con la ironía de nuestra realidad. Interdicto: “En el derecho romano, la interdicción de fuego y agua era una pena que se imponía a los autores de determinados delitos (peculado, envenenamiento), y consistía en la privación de las cosas más indispensables de la vida corriente, con lo que forzaba a los condenados a desterrarse voluntariamente”. Y la risa es insostenida, se estalla sobre la página.

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Veamos por parte por qué sucede esto: primero que esta pena es aplicada a personas que cometen peculado, es decir, una clase de robo de los bienes públicos que esa misma persona administra. Por lo tanto, ante nuestra realidad, esta pena debería cumplirla cuanto funcionario público detente la mano en la lata. Sin embargo y con hartas pruebas, el paso del tiempo demuestra que quienes sufren la pena del interdicto son más de la mitad de los 6000 millones de almas que pueblan este planeta.

Segundo, cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra latinoamericana vida, cae en la tentación de rumbear hacia lugares más amables, leáse Europa, Estados Unidos. Y ahí otra vez el cumplimiento del interdicto: tácitamente estamos obligados a emprender la retirada voluntaria. Destierro voluntario, ¿acaso esa voluntad impuesta por la privación de lo indispensable para la vida humana, puede llegar a ser una elección? ¿No conserva esta voluntaria decisión en su origen un determinismo que nos es impuesto gratuitamente, sin crimen cometido? ¿Qué culpas andan pagando los miles de paraguayos, argentinos, ecuatorianos, colombianos, mexicanos y todos los anos en España?

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Para la burla existencial, somos nosotros, tú y yo, quienes estamos condenados a vivir en el absoluto ejercicio de la supervivencia cada uno de nuestros días.

Existe la vida en medio de la muerte. Míseramente cada día respiramos, comemos, estudiamos, viajamos en colectivo, cruzamos calles, caminamos, corremos la coneja, pagamos, nos pagan, invertimos, nos divertimos, jugamos en las plazas, dormimos, nos sentamos, nos emborrachamos, amamos, nos cuidamos, nos descuidamos, nos abramos, nos miramos, sufrimos, lloramos, reímos y volvemos a despertar. Sostenemos la vida de un hilo finísimo a punto de rasgarse. Y votamos en una libertad de hecho que detenta un sistema perverso hecho de gritos y reclamos por tanta injusticia anudada en el estómago. Pero así y todo no nos cansamos. Seguimos caminando por muy arrodillados, en cuclillas, tambaleantes y tirados que nos tenga la poderosa mano. Vivimos empujados por la tiranía que guía este ejército de cristos cadavéricos: nosotros. Un puñado de vidas rayanas a la esperanza y el olvido.

En la esperanza de que esto algún día cambiará. En la esperanza de que construimos algo por muy nimio que parezca. En el olvido del valor de nuestra existencia por el patrón de turno, pero en la memoria de cuánto vida respire por mucho que la ahorquen. En la esperanza de que alguien por mi y por vos recordará cifras, hechos, momentos que nos ayuden a comprender un poco más lo que nos sucede. Una memoria difusa, pero memoria que retenga para el futuro la nomuerte, la nomiseria, el noacepto, el nomeimpongas, el nodeterminismo de mi existencia porque te grito bien fuerte con mi vida que ya no quiero pagar la culpa de tu interdicto. Que andamos aprendiendo cómo y a quién decirle tu condena será el destierro.

***

Aunque todavía falta. Todavía se demora. Sin embargo resistimos, sostenemos, retenemos, confirmamos, confabulamos la llegada de días rojos por muy grises que sean estos tiempos. “Somos seres humanos, casi pájaros, actores privados y públicos”, dice Bolaño en un poema que se desdibuja en mi recuerdo.


Mónica Kreibohm
monicakrei@gmail.com
http://www.artespain.com
http://www.nutricion.pro



La decadencia del hombre en la cultura moderna/ Primera parte

El principio de igualdad y el fin de la selección natural

George Clarke Paliza

La naturaleza es moralmente indiferente, en ella se da tan sólo lo «fuerte» y lo «débil». En la palestra de la vida entendida de modo biológico rigen unas «virtudes» distintas de las morales. La naturaleza está más allá del bien y del mal.

El mal, Rüdiger Safranski


Introducción

Darwin ya había anunciado en El origen del hombre que el proceso de civilización occidental estaba frenando el trabajo de la selección natural permitiendo que los individuos menos favorecidos, física y mentalmente, se reproduzcan indiscriminadamente perjudicando la descendencia de la especie humana. En las últimas páginas de la mencionada obra Darwin afirma que «debía haber una amplia competencia para todos los hombres, y los más capaces no debían hallar trabas en las leyes ni en las costumbres para alcanzar mayor éxito y criar el mayor número de descendientes»1. Contrariamente a esta recomendación, la política de igualdad del Estado moderno protege a los individuos enfermos y débiles que sin su asistencia serían eliminados por la selección natural. El mundo civilizado invierte el orden natural y hace que los individuos con desventajas físicas e intelectuales sean, en muchos casos, extrañamente más «eficaces» que los individuos mejor dotados. La selección natural en una especie tiene como tarea decidir cuáles mutaciones serán favorables para sus portadores, y para ello es necesario, en principio, que haya variación; algunos individuos estarán mejor dotados que otros. Pero en la sociedad actual los individuos mejor dotados son neutralizados, igualados al nivel de la mayoría, y por necesidad todo proceso de igualación se hace a la baja. La igualdad es injusta para los elementos superiores. La civilización no permite que las ventajas naturales se impongan y como consecuencia las cualidades extraordinarias son desperdiciadas. Por otro lado, los detractores de las diferencias genéticas señalan que la diferencia no está en los genes, sino que las diferencias son un producto del ambiente y la cultura. Sin embargo, es obvio que no todos los individuos nacen con las mismas posibilidades físicas e intelectuales (porque las mutaciones en cada individuo son únicas e irrepetibles). La eugenesia galtoniana fue una medida que intentó corregir los males provocados por la falta de selección; aunque Galton no estaba directamente preocupado por la posible progresiva degeneración física (debilidad o enfermedad) de la población en general, sino que estaba preocupado, más bien, en preservar la superioridad física e intelectual del arquetipo de la «superior» raza inglesa, superioridad que debía explicar la posibilidad del Imperio Británico. La eugenesia galtoniana estaba explícitamente recubierta de ideología; y además una ideología que buscaba garantizar las conquistas del Imperio, y en la época tal ideología no podía ser injusta ni «políticamente incorrecta», sino todo lo contrario (es lo que se llama «el espíritu de los tiempos»); sólo mucho más tarde, los vencidos de la historia la calificaron como perversa.

Posteriormente, los nazis utilizaron la eugenesia como pretexto para declararse racialmente superiores y aplicar la «solución final al problema judío» y debido a estos excesos la eugenesia fue considerada una práctica malvada. Actualmente, la eugenesia ha recobrado cierto reconocimiento y ahora se discute la posibilidad de una eugenesia genética. Hoy en día es posible practicar la eugenesia negativa con los fetos que muestran síntomas inequívocos de la presencia de los cromosomas responsables de males, como por ejemplo, el síndrome de Down. Legalmente, en la mayoría de países civilizados, los padres tienen derecho a interrumpir el embarazo. Asimismo, con la eugenesia preventiva se pueden detectar otros males hereditarios en el feto para luego decidir si conviene detener su desarrollo. Las razones que tienen los padres para impedir que una persona nazca con males genéticos graves pueden ser morales, afectivos o de cualquier otra índole, pero biológicamente, las razones para interrumpir un embarazo defectuoso son muy importantes, no tanto para el individuo implicado, sino para las posibles generaciones futuras. Algunos críticos sostienen que considerar qué carga genética es favorable o desfavorable es subjetivo y arbitrario, pero es absurdo suponer que alguien podría pensar que es mejor estar enfermo que sano. Más aún, algunos preguntan qué significa estar enfermo intentando relativizar la definición de enfermedad creando oscuras confusiones conceptuales. Obviamente, tener una enfermedad degenerativa como la diabetes o el cáncer es estar enfermo y nadie reclamaría su «derecho a enfermarse».

El objeto del presente estudio es investigar si la imposición del principio moderno de igualdad está realmente minando el trabajo de la selección natural, tal como fue advertido en su tiempo, hace 150 años por Darwin. Si el peligro es real sería necesario, dentro de los reducidos límites de la ética actual, proponer posibles medidas correctivas. Existen buenas razones para sospechar que la especie humana podría estar dirigiéndose a su extinción por un exceso de piedad o sentimentalismo. Por lo general, se cree que la guerra, el odio y la desigualdad amenazan la supervivencia del ser humano, y resulta paradójico que también el exceso de justicia e igualdad terminen por degenerar a la especie. Según la actual ideología predominante es muy poco probable que la metafísica de la igualdad y la defensa de los débiles y enfermos se modifiquen. Al contrario, los Estados protegerán cada vez más a los individuos naturalmente menos favorecidos bajo el principio del Derecho y la no discriminación. La manipulación genética sigue siendo una manera de alterar la selección natural, pero dicha alteración ya fue hecha irremediablemente por la medicina y el exceso de asistencia social. La medicina actual estaría capacitada ya para la modificación genética de un individuo enfermo con el fin de erradicar el gen defectuoso de su programa genético e impedir así que la enfermedad se propague a su descendencia. Sin embargo, como advierten muchos detractores de esta medida, el remedio podría ser peor que la enfermedad, pues como veremos, alterar el programa genético del hombre podría traer como consecuencia una catástrofe evolutiva, por lo tanto, si eliminar los genes malos podría causar un efecto contrario al esperado, es decir, más daño que beneficio, sólo quedaría como posible solución permitir que el libre curso de la selección natural se ocupe de que los débiles desaparezcan para evitar el deterioro de las generaciones futuras. Para ello, será necesaria una revisión de las normas éticas, alinear (al menos en este caso) lo que llamamos «bueno» éticamente con lo que consideramos bueno para la especie en términos biológicos. Las siguientes páginas de esta investigación intentarán explicar por qué tal medida es justa, necesaria e inevitable si lo que buscamos es el bien de la especie. La especie no es, en este caso, una abstracción conceptual y estadística; la especie está representada en la vida de cada individuo, el bien de la especie será el bien del individuo; aunque para cada uno ─atrapado en la individualidad vivencial del eterno presente─, el futuro parece siempre lejano e improbable, y por lo tanto, ilusoriamente ajeno a nuestras decisiones personales. La naturaleza es amoral, selecciona y favorece a los organismos mejor preparados. La civilización actual, que desde la Ilustración se propuso dominar y someter a la naturaleza, ha creado un mundo artificial donde los débiles pueden sobrevivir en casi las mismas condiciones que los fuertes. El ser humano natural ha sido modificado, degenerado, para adaptarse al mundo artificial donde no hay selección ni ventajas.

1. El principio de igualdad moderno

El fin de la selección natural en la especie humana empieza con la aparición de la cultura y el progresivo avance del principio de igualdad. La estructura metafísica moderna de los Derechos Humanos Universales permite que cualquier persona tenga derecho a la vida sin importar sus condiciones biológicas, condiciones que para la naturaleza son fundamentales. Será necesario analizar brevemente las características del principio de igualdad moderno para entender en qué sentido una idea, que al parecer es buena y justa, tiene efectos contrarios para los intereses del futuro de la humanidad. Kant sentenció en la Ilustración que cada hombre debe ser considerado como un fin y no como un medio. La existencia humana se experimenta, obviamente, desde la individualidad. Cuando la existencia individual del hombre fue declarada como un fin en sí misma se olvidó que la vida de cada hombre es un medio para la especie. Cada individuo es un medio para su descendencia y su constitución genética es responsable de la salud física y mental de sus descendientes. La moral y las leyes han obviado esta inevitable realidad y se han preocupado solamente de que cada hombre sea libre para elegir, tener una familia y vivir el modelo burgués en sociedad. Obviar las diferencias genéticas entre los individuos ha sido uno de los mayores y más graves errores que ha cometido la sociedad moderna. Bajo el argumento de la no discriminación se ha permitido la libre reproducción impidiendo que la selección natural favorezca a aquellos que naturalmente merecen ser favorecidos.

La igualdad moderna fue promovida por la revolución burguesa del siglo XVIII. La burguesía logró conformarse como una clase social lo suficientemente fuerte como para enfrentarse al poder de la aristocracia que hasta el momento monopolizaba el poder y los derechos. Los burgueses, quienes eran principalmente comerciantes, necesitaban libertad para realizar sus negocios y por ello era necesario considerar a los hombres iguales en derechos. Al mismo tiempo, el origen divino que amparaba el poder de la aristocracia fue puesto en duda. El régimen aristocrático clasificaba a los hombres por su sangre y no por su talento y habilidades. Cuando la burguesía obtuvo el poder, los hombres ya no se diferenciaban por su origen sino por sus obras. Teóricamente, cualquier hombre, sin distinción de origen, podía desarrollar su talento en una sociedad libre e igualitaria. Los hombres con talento natural requerían de un Estado libre para desplegar sus habilidades. Cabe resaltar que los hombres sin nobleza que lograron desarrollar sus habilidades científicas y artísticas durante la monarquía fueron aquellos pocos que lograron ganarse el favor y la protección de algunos nobles ilustrados que apreciaban su talento. La igualdad entre ciudadanos (y el concepto mismo de ciudadanía) en los Estados modernos ha sido un proceso lento y acumulativo, desde la abolición de la esclavitud hasta el derecho del voto femenino, gradualmente, se ha buscado la igualdad de derechos en prácticamente todos los niveles. Las últimas barreras que quedaban por superar eran las diferencias entre sexos, y actualmente las diferencias de género apenas existen en materia de derechos y profesiones. El principio de hacer a los hombres iguales niega los antiguos valores aristocráticos donde cada hombre sabía su lugar en la sociedad, la igualdad moral invirtió, como denunció Nietzsche en la Genealogía de la moral, los antiguos valores vitales ─la moral de los señores─ que sustentaban la monarquía, donde la desigualdad era considerado justo y necesario, por la moral de los esclavos. Tras el principio de igualdad, como explica Max Scheler, se puede detectar el mal olor de un oscuro resentimiento y envidia de los hombres socialmente inferiores hacia los hombres que tenían el poder y gozaban de la superioridad otorgada por el antiguo orden1. Actualmente, la política de la igualdad está alcanzando niveles obsesivos. Se busca reivindicar los derechos a las minorías socialmente excluidas y discriminadas. El concepto de «minoría» causa confusiones y malentendidos y se puede utilizar perversamente para adquirir derechos y favores especiales y ser considerado como una «víctima». Cualquier desigualdad es considerada una injusticia y es castigada y corregida mediante un proceso de homogeneización y en algunos casos, como en las cuotas destinadas a favorecer la participación femenina en ciertos puestos políticos, se aplica una discriminación positiva. Considerando que, según Nietzsche, la moral de los esclavos ha triunfado, no sorprende que el ideal democrático se ha impuesto como sinónimo de justicia universal y cualquier objeción a dicho sistema es condenada como una forma de tiranía e injusticia porque precisamente remarca las diferencias entre los hombres. La búsqueda obsesiva de la igualdad ciudadana tiene como base garantizar los ideales del Estado democrático. El sistema democrático pretende que la opinión de cada ciudadano sea tomada en cuenta y se vea reflejada en el voto de la mayoría. La democracia intenta ser el sistema de gobierno más justo y menos perverso, pero sólo sería justo si la votación de los ciudadanos se hace inter pares, como en la antigua democracia griega, donde los ciudadanos pertenecían a la misma clase social y de alguna manera gozaban de una educación más o menos homogénea. Imponer el sistema democrático entre ciudadanos desiguales en educación y valores es falsear el ideal democrático. Se finge que los ciudadanos que votan son iguales cuando la realidad demuestra que no es cierto. Una democracia entre ciudadanos desiguales sólo legaliza la tiranía de la mayoría. La práctica de prohibir el voto a los analfabetos de las primeras democracias modernas tenía como base el argumento de que las personas ignorantes y sin educación tenían menos posibilidades para hacer un voto consciente y bien informado. La política de la no discriminación ha otorgado el voto a cualquier persona que sea mayor de edad sin considerar su nivel educativo. Las democracias modernas, correctamente, han intentado suavizar el efecto negativo de la votación indiscriminada mediante el voto voluntario que permite que vote el ciudadano que realmente está interesado en hacerlo. El voto obligatorio en sociedades cuyos ciudadanos tienen niveles educativos muy desiguales genera vicios como el populismo, característica predominante en las democracias del tercer mundo que legimitan gobiernos corruptos e ineficientes. La referencia al ideal democrático sustentado por el principio de igualdad es relevante en este estudio porque dicho ideal tiene efectos reales negativos en el trabajo antidemocrático de la selección natural.



1 Darwin, El origen del hombre, Madrid, Edaf, 1989, p. 521

1 «La doctrina moderna de la igualdad [...] es un evidente producto del resentimiento. Pues, ¿quién no ve que tras la exigencia de igualdad, al parecer tan inofensiva ─ya se trate de la igualdad moral o de la económica, social, política, eclesiástica─, se esconde única y exclusivamente el deseo de rebajar a los superiores, a los que poseen más valor ─según la escala valorativa─, al nivel de los inferiores? Nadie que se sienta en posesión de la fuerza o de la gracia exigirá la igualdad en el juego de las fuerzas en ninguna esfera del valor. Sólo quien teme perder exige la igualdad como principio general. La exigencia de igualdad es siempre una especulación a la baja. Cuando los hombres son iguales, lo son por los caracteres de ínfimo valor. La idea de la “igualdad” como idea puramente racional no podría jamás poner en movimiento una voluntad, un apetito, ni un afecto. Pero el resentimiento, que no puede ver con alegría los valores superiores, oculta su verdadera naturaleza bajo la exigencia de la “igualdad”. En realidad lo que quiere es la decapitación de los que poseen esos valores superiores, que le indignan». (Scheler, Max, El resentimiento en la moral, Madrid, Caparrós, 1998, p. 122)